Miedo en los Andes: comunidades quechuas de Cusco temen contagios con coronavirus

Colabora: Administrador

Publicado: 4 May, 2020

OJOPÚBLICO/Perú.- La semana pasada murió la primera persona originaria de la región que alberga Machu Picchu. OjoPúblico llegó a Willoq, una de las comunidades más tradicionales de Valle Sagrado de los Incas. Las comunidades quechuas de Ollantaytambo piden una intervención sanitaria urgente para evitar que los casos de Covid-19 se propaguen. El cierre de acceso a los pueblos es una protección, pero también un riesgo.

El hombre dice que estuvo tres días con el muerto en su casa. Que llamaban a las autoridades, pero estas no querían subir a retirar el cadáver. Que el fallecido era un forastero -y hace énfasis en este término- que llegó a la comunidad de Willoq, distrito de Ollantaytambo, en Cusco, el lunes 20 de abril. Los pobladores lo vieron deambulando por las calles. Algunos le dieron de comer y beber. Nadie sabe exactamente dónde durmió esa primera noche, pero sí que al día siguiente fue acogido por un miembro de la comunidad.

Él lo encontró en la calle, pálido y con dificultades para respirar. Entonces decidió llevarlo a su casa y tenderlo sobre una cama, para que descansara. Pensó que estaba borracho. El extraño no quiso cenar, pero sí bebió mucha agua, dijo el testigo a OjoPúblico.

A la mañana siguiente, cuando fue a verlo, el desconocido ya no se movía. Con una escoba lo empujó y estaba duro. Entonces llamó a las autoridades de salud, porque no sabía qué hacer. Los médicos llegaron horas después, y le tomaron una muestra que, veinticuatro horas más tarde, confirmó que el forastero murió por Covid-19.

El viernes 24 de abril, el alcalde de Ollantaytambo, José Ríos Coronel, reafirmó que el fallecido tenía Covid-19. “Este difunto no es de Ollantaytambo, ni de Willoq. Ha sido un foráneo. Pero lo que nos preocupa es que haya contagiado a más personas, sobre todo a la familia que lo albergó en su casa. Por eso estamos aislando a todas las familias para que cumplan cuarentena. Nadie entrará ni saldrá de la comunidad”, dijo. Ese mismo día, personal del municipio enterró al forastero en las alturas de Willoq. Cavaron un hoyo profundo y ahí lo metieron.

El hombre que lo acogió en su casa dice que el difunto era de Vilcabamba, y así lo comprobó también la Policía. Había llegado a Willoq en un camión de frutas para ayudar en la cosecha de papa. Nadie supo su nombre, solo recuerdan que andaba de paso y, por desgracia, se murió en esta comunidad quechua ubicada en el Valle Sagrado de Los Incas, una zona emblemática enclavada en medio de montañas e hileras de largos eucaliptos.

En Cusco la Dirección Regional de Salud ha confirmado la muerte de cuatro personas: tres extranjeros (de México, China y Gran Bretaña) y un poblador local que falleció en Willoq. Además, hay más de 200 casos confirmados de coronavirus.

Sin personal médico en la comunidad

De acuerdo con el Ministerio de Cultura, en Cusco existen ocho pueblos indígenas u originarios; entre ellos, los quechuas, matsigenka, yine, harakmbut y asháninka. En conjunto, se estima que son alrededor de 335 mil personas, el 27% de los habitantes de esa región. Sin embargo, solo el 48% de la población indígena cuenta con desagüe; y el 75%, con agua potable. En cuanto al acceso a la salud, el 78% tiene algún seguro.

En Willoq, una de las comunidades originarias del valle de Urubamba, viven 250 familias. La mayoría se dedica a la siembra de productos como papa, quinua, maíz, arveja o haba, y al turismo rural vivencial, mediante hospedajes para viajeros interesados en conocer su cultura, sus danzas y sus tejidos. Los varones trabajan además como porteadores, cargando los equipajes de los visitantes y de los aventureros que realizan el famoso Camino Inca hasta Machu Picchu.

En las áreas vecinas de este pueblo sobresalen las comunidades campesinas de Rumira Sondormayo, Q’elkanka y Patacancha. En tiempos normales, son pueblos amigables con los forasteros, pero tras la primera muerte relacionada con el Covid-19 las ochocientas familias que habitan esta cuenca han cerrado sus accesos y acatan una estricta cuarentena. Los comuneros quechuas han colocado enormes rocas a la entrada y salida de los pueblos. El aislamiento, sin embargo, tiene un segundo efecto no deseado: en Willoq los pobladores reclaman que se están quedando sin alimentos.

El presidente de la comunidad, Gregorio Melo Huamán, dijo a OjoPúblico que, desde el día que falleció el visitante, decidieron aislarse. “Nadie sabía que tenía esa enfermedad. Nosotros lo acogimos por humanidad, y sentimos que ahora nos discriminan porque piensan que todos tenemos Covid-19”, dijo el dirigente. En seguida alertó que no tienen provisiones para subsistir el resto de la cuarentena. “Estamos esperando apoyo para las comunidades, kits de aseo y alimentos”, precisó.

Para llegar a Willoq desde Ollantaytambo, el pueblo cabecera de la zona, se emplea dos horas a pie o 45 minutos en vehículo. En esta comunidad existe una posta médica implementada por una oenegé alemana que, sin embargo, dejó de funcionar cuando estalló la pandemia. “No nos han hecho la prueba rápida para saber si tenemos Covid-19, tampoco a la familia que acogió al forastero. Estamos pidiendo al centro de salud que nos examinen, pero hasta ahora no han venido. Si no pueden, que manden especialistas e insumos médicos al centro de salud”, dijo Melo Huamán.

Proteger la cultura originaria

El presidente comunal de Willoq dijo que, ante la falta de una pronta atención del sector Salud, decidieron fumigar el pueblo y colocar cuatro piletas de agua para que los pobladores se laven las manos con frecuencia. Pero hay un problema más grande acrecentado por el aislamiento: que se terminen los productos agrícolas y otros alimentos para subsistir. “Las tiendas de la comunidad ya cerraron por temor a contagiarse”, dijo.

Rocío Challco, de la municipalidad distrital de Ollantaytambo, señaló a OjoPúblico que el último martes, al conocer la situación de los comuneros de Willoq, funcionarios del municipio realizaron una colecta para comprar alimentos y armar canastas para las 250 familias de dicha comunidad. “Les hemos entregado arroz, azúcar, aceite, sal, ajo, limón, kión para sus bebidas”, comentó.

Según el portal del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), este municipio recibió S/ 206.330 para la adquisición de canastas. Challco dice que ya las repartieron, pero en el MEF todavía no aparece el devengado, y oficialmente el nivel de ejecución de ese dinero es de 0%. “Están en los trámites de subir las actas y en todo ese proceso”, explicó la vocera.

Para el antropólogo Fernando Astete, es urgente que se atiendan los pedidos de la población de la cuenca Willoq-Patacancha, pues se trata de pueblos originarios quechuas que mantienen vivas las tradiciones incas. “Es un pueblo bastante frágil, pero muy rico culturalmente hablando. La población mantiene la identidad inca viviente, sus trajes típicos, sus danzas y participan de las fiestas del Cusco”, comentó.

Lo mismo opinó Norma García, del Centro Bartolomé de las Casas, quien mostró preocupación por la lenta respuesta del sector Salud, y porque hay grupos de cusqueños que están regresando a la región desde otros lugares. “Hay que vigilar bien las fronteras de estos pueblos, para evitar el ingreso de extraños. En eso, las autoridades deben ser estrictas, y sobre todo que llegue personal de salud para que atienda con urgencia a la población”, dijo.

El caso del forastero fallecido en Willoq es una señal de alerta. Cuando personal de salud llegó a tomar las muestras al difunto, dijeron que después regresarían a hacer lo propio al vecino del pueblo que lo ayudó y a su familia. “Pero todavía no han venido. Cuando los llamamos, nos dicen que vendrán cuando tengamos fiebre u otros síntomas”, dice el hombre.

OjoPúblico llamó en varias oportunidades a la Dirección Regional de Salud de Cusco y al médico encargado del centro de salud de Ollantaytambo, pero hasta el cierre de esta edición no fue posible contactarlos.

Por ahora, todos los comuneros de Willoq, y en particular la familia que acogió al forastero fallecido por Covid-19, están acatando la cuarentena y no salen de su comunidad por seguridad, y también por temor. Las comunidades aledañas, alertadas por la muerte del visitante, tampoco se alejan de sus territorios. Están escondidos y aislados a la vez.

Foto: Álvaro Franco

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