Ante la llegada del coronavirus a sus territorios, los pueblos indígenas se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad por varias razones, entre ellas, niveles más altos de pobreza, falta de acceso a algunos servicios básicos como agua y saneamiento, mayor prevalencia de enfermedades crónicas, así como diversas barreras culturales incluyendo lingüísticas.
Además, para algunos pueblos indígenas, en especial aquellos con reducida población, en aislamiento voluntario o contacto inicial, el virus puede provocar consecuencias irreparables, no solo sobre sus integrantes sino sobre su propia existencia como colectivos. En el continente, sobre 826 pueblos indígenas, unos 460 tienen menos de 3000 miembros, alrededor de 200 están en aislamiento voluntario y más de 100 son de carácter transfronterizo.
Capacidad de resiliencia y eficacia
Sin dejar de exigir que las instituciones públicas cumplan con sus funciones, las comunidades responden y toman medidas, conscientes de la urgencia de la situación. Veamos apenas tres, de los múltiples los ejemplos que podríamos compartir al respecto.
El Pueblo Siekopai
Los Siekopai son una nación transfronteriza entre Ecuador y Perú, con una población de solo 744 personas, donde hasta el momento, casi el 10% del total de sus miembros ha sido contagiado por COVID-19. Frente a ello, lo primero que hizo la comunidad fue proteger a sus mayores, a quienes llevaron a sitios estratégicos, pequeñas islas de la zona del Cuyabeno, “allí donde nuestros ancestros nos contaban que está el centro del origen” para evitar contagiarnos.
En un proceso de recuperación colectiva de sus historias y conocimientos, comenzaron a recopilar y compartir relatos de las abuelas y abuelos sobre la manera que enfrentaron anteriores enfermedades. Analizaron los diversos usos que se les ha dado a las plantas medicinales, lo compararon con los síntomas y efectos del virus, hasta que finalmente identificaron cuales eran las plantas más adecuadas para la prevención y tratamiento deCOVID-19.
Posteriormente realizaron una expedición hacia lo profundo de la selva donde los abuelos identificaron y recogieron los insumos medicinales elegidos. Prepararon medicinas y luego las fueron aplicando según las necesidades y estado de las personas afectadas, ya sea por vía oral, por goteo o por vaporización.
Ahora, los siekopai están compartiendo sus aprendizajes sobre buenas prácticas con las demás nacionalidades amazónicas. En coordinación con la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENAIE), harán otra incursión a la selva para continuar con las preparaciones medicinales que son de utilidad para ellos y para miles de hermanos y hermanas indígenas de la región.
Consorcio de Mujeres Indígenas
En la zona del Lago Atitlán, Guatemala, el Consorcio de Mujeres Indígenas, integrado por once organizaciones de mujeres tz’utujiles y kaqchikeles, tiene como objetivo central promover el empoderamiento económico de las mujeres como herramienta de lucha contra la violencia de género. A través de la promoción de proyectos de emprendimiento, la organización combate la falta de autonomía económica que con frecuencia obliga a las mujeres a soportar malos tratos y permanecer en el círculo de violencia.
En el marco de la pandemia, el consorcio emprendió la elaboración de una línea de mascarillas de protección con el uso de telares tradicionales como el jaspe y telar de cintura, con varias capas que alcanzan el nivel adecuado de filtrado. En su elaboración, también utilizan tintes naturales, una práctica ancestral maya respetuosa del medio ambiente. La iniciativa no solo contribuye a la prevención de la propagación del contagio al coronavirus, sino que constituye una fuente de ocupación e ingresos para estas mujeres en el contexto de la pandemia.
Juventud indígena
En el Estado de Oaxaca, México, jóvenes de diversos pueblos indígenas en coordinación con intérpretes y traductores, realizaron la traducción de mensajes sobre el cuidado, prevención y atención del contagio de COVID-19 a cincuenta variantes lingüísticas de lenguas locales como el zapoteco, mixteco, triqui, amuzgo, cuicateco, chatino, chinanteco, chontal, mixe, zoque, náhuatl y mazateco, abarcando las ocho regiones del estado. Los materiales de difusión incluyen formatos específicos para personas indígenas que viven fuera de su comunidad, ya sea en territorio mexicano o el extranjero.
Los materiales se diseñaron tomando en cuenta las recomendaciones de la OPS, pero también las medidas de prevención implementadas por las propias comunidades indígenas.
Estos ejemplos ilustran cómo los hombres, mujeres, ancianos y jóvenes indígenas están tomando acción frente a la pandemia aún con escasos recursos y frente a retos sin precedentes, demuestran que el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas es un valor de incalculable riqueza que muchas veces no se aprecia como corresponde.
Las comunidades muestran el camino
Cuando identificamos buenas prácticas como las compartidas aquí, resulta difícil de entender que los Estados, las instituciones públicas e incluso los organismos internacionales no puedan hacer mucho más para proteger y asegurar los derechos básicos de las personas, indígenas o no indígenas.
Por ello, desde la Plataforma Indígena Regional, reiteramos la urgencia de una respuesta efectiva por parte de los gobiernos y otros actores clave en el apoyo a esfuerzos que las comunidades indígenas están llevando adelante a través de políticas y medidas articuladas que respeten su cosmovisión y sus estructuras de gobernanza. Esto implica concretar diálogos profundos y productivos entre los Estados y los pueblos para impulsar caminos coordinados en la lucha contra la pandemia y contra las causas estructurales que hacen que sus efectos sean tan graves.
En el marco de la conmemoración de un nuevo aniversario del Día Internacional de los pueblos indígenas, la fecha es oportuna para recordar que aún estamos a tiempo de promover una verdadera Concertación para el Buen Vivir que nos permita superar la pandemia construyendo un mundo mejor al que tenemos ahora.
Escrito por Myrna Cunningham
Médica cirujana, feminista miskita y activista indígena de Nicaragua. Ha participado en procesos político-sociales vinculados a la lucha por los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas de América Latina. Ha sido coordinadora de la Cátedra Indígena de la Universidad Indígena Intercultural. Hoy es presidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC) y de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID), luego de estar a cargo, hasta 2013, del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas.
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