Los efectos de esta pandemia también rozan lo positivo y dan esperanza por mejorar la calidad de vida de cientos de indígenas.
MIC / Costa Rica. La pandemia del COVID-19 ha sido una de la más severas de la historia moderna con más 4.5 millones de casos registrados y más de 302 mil muertes en todo el planeta, cifras que evidencian la vulnerabilidad y urgencia por rediseñar nuestra estructura social y económica a mediano y largo plazo, donde los Pueblos Indígenas y el respeto a su cosmovisión estén presentes activamente.
La infraestructura actual del sector salud a nivel latinoamericano dentro de poblaciones originarias aisladas, hacen de este contagio una logística costosa y punto de partida para eventos futuros y cotidianos, dentro de territorios donde la accesibilidad, la lengua y la cultura plantean las primeras variables de diseño en programas sociales, humanitarios, económicos y sanitarios.
En Costa Rica, las autoridades del Ministerio de Salud, han enfocado sus esfuerzos en atender, rastrear y aislar todos aquellos casos sospechosos que llegan a los diferentes centros de salud del país, incluyendo casos sospechosos dentro de los Pueblos Indígenas.
Mediante campañas de prevención dirigidas a comunidades originarias en su lengua materna, las cifras de contagios a nivel de Territorios Indígenas siguen siendo mínimas. Sin que esto signifique que no existirán casos sospechosos de COVID-19 en los meses por venir.
Es por esta razón que desde el 13 de marzo, 7 días después de registrado el primer caso en el país, el Ministerio de Salud Pública lanzó sus “Lineamientos técnicos para la prevención de COVID-19 en Territorios indígenas”, donde motiva la sinergia entre la medicina ancestral y la occidental, en busca de un tratamiento más integral de lo que se considera “una enfermedad de otros” o le´pa duwé.
Esta disposición sanitaria, fortalece el vínculo tan estrecho entre lo tradicional y lo moderno y la voluntad por trabajar en educar, capacitar y sensibilizar no sólo a la población originaria sino también a los colaboradores de la salud que trabajan en estos territorios.
Para el Ministerio de Salud trabajar en la prevención y atención del COVID-19 es fundamental que los grupos de trabajo integren saberes médicos indígenas y occidentales, que posibiliten la conexión entre la cosmovisión indígena y la prevención de enfermedades, para así formular mensajes con pertinencia cultural, en busca de una mayor efectividad y conocimiento popular sobre síntomas y protocolos a seguir en casos de contagio.
La participación comunitaria como herramienta de prevención, la creación y aprovechamiento de canales de comunicación existentes en lenguas originarias, el correcto abordaje del paciente infectado y los traslados de seguridad, marcan los lineamientos generales que están siendo implementados en estos momentos en los 24 territorios indígenas ubicados a lo largo y ancho del país.
Los centros de salud que atienden a pacientes sospechosos de contagio, deben contar con un traductor de lengua indígena, para que el paciente contagiado sepa lo que sucede con su salud, esto en acatamiento del Convenio 169 de la OIT para poblaciones indígenas.
El coronavirus marcó en definitiva un antes y un después en el conocimiento popular y profesional de la situación de salud dentro de pueblos indígenas remotos, es mediante esta radiografía forzada que nos damos cuenta sobre el largo y difícil camino que tienen estos pueblos en el campo de la salud, educación, tratamiento y prevención de este tipo de enfermedades.
Fotografía y Texto: Gustavo Gutiérrez / Stereog.
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