Concertación para el Buen Vivir, posicionamiento del FILAC en Diálogo de Alto Nivel: Impactos de la CODIV-19 sobre los Pueblos Indígenas

Colabora: Administrador

Publicado: 10 Jul, 2020

REGIÓN.- En Diálogo de Alto Nivel organizado por elFondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para América Latina y el Caribe, FILAC, la Secretaría General Iberoamericana, y el Foro Indígena del Abya Yala, se desarrollaron dos paneles de debate con la participación de representantes de los gobiernos de Colombia, Chile, Ecuador, Nicaragua, México y Perú. Así como de representantes de organizaciones indígenas regionales, como la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica COICA, el Encuentro Continental de Mujeres Indígenas de las Américas ECMIA Centroamérica, la Red de Mujeres Indígenas sobre Biodiversidad RMIB y la Red de Jóvenes Indígenas de América Latina y el Caribe, además de otras organizaciones nacionales.

En el evento la Presidenta del FILAC, Dra. Myrna Cunningham, después de dar el panorama general sobre las evidencias recogidas por la Plataforma Indígena Regional en relación a que se habría corroborado que hay alrededor de 8000 indígenas contagiados, más de 160 Pueblos Indígenas afectados y cientos de comunidades en riesgo grave por la pandemia, no solo en el ámbito sanitario sino por razones sociales y económicas, fue enfática al insistir sobre la necesidad de respuestas más sólidas, mejor preparadas y que sean producto de un diálogo social ineludible e imprescindible para los Pueblos Indígenas de la región

Así mismo, mencionó que “a nivel internacional, global y regional, los organismos intergubernamentales necesitamos adecuarnos a la nueva realidad, coordinar mejor, revisar nuestras agendas, planes y programas para estar a la altura del momento. Por ejemplo, se impone revisar la manera de implementar los ODS en este nuevo escenario muy distinto al que teníamos en 2015. Igual debemos pensar para la región y para cada uno de los países y Pueblos Indígenas” acotó.

El evento tuvo la participación destacada de Rebeca Grynspam, Secretaria Ejecutiva de la SEGIB y de Carmen Castiella Ruiz de Velasco, Directora de Cooperación con América Latina y el Caribe de la AECID.

El FILAC presentó al Diálogo de Alto Nivel un posicionamiento denominado Concertación para el Buen Vivir. El Secretario Técnico de la institución, Álvaro Pop expuso dicho documento, destacando que llamaa “poner a disposición de todos, una herramienta para construir juntos un mundo mejor, sobre la base del respeto de la naturaleza, todas sus culturas, sus hombres, sus mujeres, sus jóvenes y sus mayores”.

Acompañamos a continuación el documento Concertación para el Buen Vivir, que hace un rápido y certero diagnóstico de la actual crisis, luego describe y valora las respuestas que le han dado los Pueblos Indígenas de la región a esa crisis y concluye convocando a conformar un espacio regional de Concertación a diversos actores públicos y privados, nacionales e internacionales para acordar esfuerzos para mejorar las condiciones de todas las personas que vivimos en esta región.

Concertación para el Buen Vivir

Vivimos en una época de crisis e incertidumbre.

Enfrentamos una pandemia que se ha convertido en una crisis total, porque afecta a todas las personas del mundo y nos afecta en todos los planos: en la salud, en la economía, en lo político, en lo público y en lo privado.

Es una crisis con alto grado de incertidumbre sobre el propio virus que la provoca, su origen, sus mutaciones, su futuro e hipotética prevención a través de una vacuna.

También incertidumbre sobre lo que nos dejará, si es que algún día nos abandona.

Como se ha expresado recientemente, el mundo se encuentra ante una crisis humanitaria y sanitaria sin precedentes en el último siglo en un contexto económico ya adverso. A diferencia de 2008, esta no es una crisis financiera sino de personas, producción y bienestar.

El coronavirus no está atacando a un cuerpo sano. Está operando sobre sociedades con muchas dificultades, exacerbando sus graves problemas prexistentes.

El coronavirus se suma a previas complejidades que no solo no están resueltas, sino que siguen allí, esperando que nos hagamos cargo de ellas.

  • Solo hace pocos meses estábamos preocupados por los incendios en la amazonia e inundaciones en varias partes del continente, inocultables efectos del calentamiento global producto de un desastroso comportamiento humano sobre los recursos naturales.
  • A lo largo y ancho del continente vemos cuestionamientos profundos a las instituciones políticas, así como dificultades muy serias con el funcionamiento del sistema democrático.
  • Apenas hace un año, la Organización Internacional del Trabajo conmemoraba su centenario recordándonos que el mundo se está transformando radicalmente impulsado por las innovaciones tecnológicas, los cambios demográficos, el cambio medioambiental y climático y la globalización, así como en un momento de desigualdades persistentes, que tienen profundas repercusiones en la naturaleza y la dignidad de las personas.
  • Además, la primera pandemia de la globalización impacta sobre un mundo tremendamente desigual y no solo en lo económico, sino en todos los aspectos relevantes de nuestra sociedad, desigualdad notoria para personas y colectivos, por razones étnicas, de género, etarias, etc.
  • En ese contexto global, América Latina es la región más desigual y violenta del planeta.

Por tanto, podemos decir que la pandemia provoca una crisis total sobre una sociedad en desigualdad total.

Entre los sectores más afectados, sin dudas, se encuentran los más de 800 Pueblos Indígenas, alrededor de 60 millones de personas que viven en América Latina, que constituyen cerca del 10% de la población de la región.

Esta realidad multicultural es una riqueza enorme, pero al mismo tiempo está marcada por un hecho incontrastable: la discriminación estructural, marginalidad, exclusión y pobreza histórica, agravado por diversas transformaciones económicas y sociales en el marco de la globalización, el cambio climático que erosiona la biodiversidad y la persistencia de la raíz colonial en los países del continente.

De allí que, gran parte de los Pueblos Indígenas viven en condiciones de vulnerabilidad extrema, lo que significa, entre otros aspectos, altas tasas de desnutrición, inaccesibilidad a servicios de salud, precariedad de infraestructura y en general, imposibilidad de ejercer derechos individuales y colectivos fundamentales.

Pero la pandemia también nos ha mostrado otros aspectos de nuestra realidad.

Estos meses, hemos comprobado que el virus no puede destruir nuestros conocimientos, nuestros mejores valores, la solidaridad, ni impedir que nos organicemos para sacar lo mejor de nosotros, como personas, como pueblos, como humanidad.

Los Pueblos Indígenas, están dando respuestas masivas, conmovedoras y eficientes desplegando vigilancia comunitaria, divulgando recomendaciones en sus idiomas originarios, aplicando sus propios sistemas de salud tradicionales, enfrentando el hambre con acciones solidarias. Las comunidades indígenas y también gobiernos de la región, se han puesto de pie para enfrentar al virus.

Ahora es cuando debemos poner nuestras máximas capacidades, compromiso y voluntad expresada en hechos, no solo para superar los impactos de la crisis, sino para actuar sobre sus orígenes causales para estar en mejores condiciones ante eventuales nuevos embates de esta magnitud.

Convocamos, entonces a conformar una Concertación por el Buen Vivir, como espacio regional de diálogo e intercambio de perspectivas y propuestas compatibles con un modelo de desarrollo con identidad que permita a los Pueblos Indígenas y a la sociedad en su conjunto, enfrentar los principales efectos sociales y económicos provocados o agravados por la pandemia.

El paradigma indígena del Buen Vivir – Vivir Bien, reconoce una interrelación sistémica de distintos dominios para construir un bienestar pleno: individual (armonía con uno mismo), social (armonía con los demás); ecológico (armonía con el entorno natural) y espiritual (armonía con nuestros antepasados y futuras generaciones).

A partir de ello, proponemos sumar pensamiento y esfuerzos de diversos actores, públicos y privados, nacionales e internacionales que, junto con los Pueblos Indígenas, lleven adelante un encuentro amplio y profundo con la finalidad de concertar acciones concretas.

Durante décadas hemos acumulado conocimiento, acordado valores esenciales como los derechos humanos individuales y colectivos, construido instituciones democráticas, impulsado ejemplos de desarrollo sostenibles plenamente respetuosos de la naturaleza y de las necesidades de las personas y también capacidad crítica sobre los errores cometidos y la necesidad de evitar recorrer caminos equivocados.

Este es el momento de hacer una síntesis de nuestros mejores avances, adaptarlos a la realidad actual y comprometernos a actuar sin dilaciones para que esta crisis nos permita salir fortalecidos como sociedad y como personas.

A partir de las evidencias que nos va dejando el análisis de la pandemia y sus efectos, proponemos que este espacio considere, al menos, los siguientes criterios:

  • Implementar los instrumentos existentes. Enfrentar la crisis no puede implicar retrocesos conceptuales, legales ni institucionales. Al contrario, se trata de una notable oportunidad de aplicar integralmente los avances generados en los últimos años como los estándares internacionales y el Plan de Acción Iberoamericano para la implementación de los derechos de los Pueblos Indígenas.
  • Atención de emergencias y visión de largo plazo. Sin perjuicio de buscar respuestas a demandas urgentes, se debe apuntar a identificar y operar sobre las vertientes causales que las provocan, teniendo una visión de mediano y largo plazo que permita concertar esfuerzos sostenibles para superarlas.
  • Abordaje holístico. Aunque los aspectos económicos y sanitarios son fundamentales, difícilmente puedan considerarse adecuadamente sin atender aristas políticas, culturales, sociales y otras del contexto actual. El desafío habrá de ser profundizar en áreas específicas sin desatender la visión integral de la realidad.
  • Agenda de transformación. Se trata de promover y realizar cambios profundos evitando la reiteración de políticas y acciones que no han logrado mejorar la realidad. Por ello, debe priorizarse atender los aspectos que están en el centro de las demandas de los Pueblos Indígenas y de las necesidades de la sociedad en general, como es el caso del modelo de desarrollo extractivista que prioriza el lucro a costa de la naturaleza y los derechos humanos, la gobernanza y ejercicio de derechos sobre tierras y territorios indígenas, la participación y consulta en el marco de los estándares internacionales, entre otros aspectos relevantes.
  • Perspectiva intercultural. El diálogo debe hacerse en base a una interacción equitativa y horizontal entre las culturas que conviven en el continente, sus expresiones y formas de ver el mundo. Entre otros aspectos, se deben buscar sinergias entre las innovaciones científicas y los conocimientos tradicionales propios de los Pueblos Indígenas como herramientas necesarias para entender y actuar sobre la realidad.
  • Resultados concretos. El espacio de concertación debe apuntar a que el proceso de intercambio de análisis logre productos específicos que pueden ser al nivel de acuerdos conceptuales, orientaciones acordadas, líneas de trabajo compartido entre varios de sus participantes e incluso, acciones concretas a impulsar en lo inmediato.

Ante una realidad como la que nos toca vivir, se trata de actuar a la altura de los desafíos que enfrentamos.

Requerimos de un espacio regional de alto nivel para el análisis y promoción de medidas que apunten a enfrentar las consecuencias y algunas de las causas que tornan tan graves los efectos de la pandemia,

Convencidos de ello, ponemos a consideración esta propuesta que esperamos sea de utilidad para ayudar acordar esfuerzos hacia el objetivo común de mejorar las condiciones de todas las personas que vivimos en esta región del planeta.

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