Mujer indígena del Amazonas lucha contra la COVID-19 con medicina tradicional

Colabora: Administrador

Publicado: 19 Jun, 2020

AA/Colombia.- Betty Souza, auxiliar en Salud Pública de la etnia Tikuna Yoi, asegura que desde que se empezó a tratar la COVID-19 con plantas medicinales han disminuido las muertes en las comunidades indígenas.

El Amazonas ha estado en los titulares de prensa durante varias semanas debido a la crisis sanitaria que viven sus pobladores por la pandemia global del COVID-19.

Y no es para menos, pues esta región compartida por nueve países, como Colombia, tiene un alto porcentaje de población indígena que atraviesa serias dificultades en materia de salud para enfrentar el coronavirus.

Pero no todas las noticias son desalentadoras, pues en medio de la emergencia sanitaria, también hay personas y acciones que hacen que el panorama no sea tan sombrío y que con sus conocimientos, ayudan a paliar los devastadores efectos de la enfermedad.

Entre esas personas está Betty Alexandra Souza Mozombite, auxiliar en Salud Pública perteneciente al Clan Tigre de la etnia Tikuna Yoi.

Esta mujer, con 16 años de experiencia en temas de salud, se dispuso a atravesar el Amazonas para atender a las comunidades indígenas que se han visto afectadas por el coronavirus.

“En este momento de pandemia hemos estado trabajando con todas las comunidades y asociaciones con las que más hemos podido, enviando el mensaje de cómo podemos cuidarnos de la enfermedad”, dice Betty, que también es líder indígena, representante de víctimas y defensora de Derechos Humanos.

Betty le contó a la Agencia Anadolu que ha tenido que recorrer hasta 23 kilómetros en moto o bus y caminar alrededor de cinco o seis kilómetros por trocha desde su casa en Leticia, la capital del departamento, para “visitar viviendas que están muy aisladas y no cuentan con ciertos elementos o alimentación”.

Muchas veces va sola, otras acompañada de compañeras enfermeras, y otras más con mujeres de una asociación de víctimas que le ayudan a repartir tapabocas.

Esta mujer habló sobre la difícil situación que vive esta zona del país, pues el hospital de Leticia no tiene elementos de bioseguridad ni para la comunidad ni para el personal.

“Vivimos en casco rural. En la comunidad no contamos con nada, no hay puesto de salud, absolutamente nada. El único hospital cercano que tenemos es el de Leticia, que igualmente carece de muchos implementos, tanto para atender a los pacientes como para el personal del salud mismo”, lamenta, y explica que ante dicha situación, prefieren quedarse en casa y recurrir a sus propios medios.

“En vista de ir a un hospital en el que no tienen como atendernos, pues a qué vamos. Entonces simplemente hemos tenido que recurrir a todo esto para salvaguardar nuestras vidas”, añade.

Hasta el momento Betty ha atendido presencialmente a 55 pacientes, nueve de ellos en estado crítico, y a más de 20 por teléfono.

Mezcla de conocimiento indígena y medicina convencional

Souza es Auxiliar de Enfermería del Instituto San Juan Bautista en Palmar de Varela, un pueblo del departamento del Atlántico, donde vivió nueve años tras huir de su comunidad natal después de la toma guerrillera de la comunidad de Santa Sofía, en enero de 1993.

“Yo estudié lo que dicen los blancos, Auxiliar de Enfermería. Allí aprendí a conocer mucho lo de Occidente”, detalla. Sin embargo, manifiesta con orgullo que sus “raíces son de medicina tradicional”.

“Vengo de una familia curandera, yerbatera. Mi padre era chamán de la comunidad. Él trabajaba mucho con las plantas y todo lo que concierne lo ancestral», nos dice.

Y recordando que su padre atendió a toda su familia con medicina natural, asegura que él y sus ancestros le cedieron ese conocimiento: “Después de que muere mi padre, él espiritualmente me cede ese lugar (…) aunque los espíritus de mis ancestros de todos los territorios me han estado alimentando con conocimiento”.

Incluso narra un sueño que tuvo su hermano días antes de que llegara la pandemia al Amazonas y que le causó mucho temor, pues ella aparecía rodeada por sus padres y abuelos, ya fallecidos. Él pensó que le pasaría algo a Betty.

Medicina tradicional combinada con convencional

Paradójica o coincidencialmente, Betty se enfermó entre enero y febrero, y experimentó síntomas similares a los de la COVID-19, como dificultad respiratoria, dolor de garganta, fiebre, dolor en los pulmones. “Estando muy enferma, en cama, se me vino todo lo que yo tenía que hacer. Yo llamé a mi esposo, le dije por favor ponme a hervir el agua, recógeme esta planta y esta otra y me la traes. Yo me hago la evaporización» (sic). 

Allí empezó a sentirse bien y a probar otros tratamientos, como tomar té y baños de tabaco de selva y yerbaluisa, que sirven una como antibiótico y la otra como anti-inflamatorio y relajante. Sin embargo, dice que le quedó una “molestia en los pulmones”, algo que resolvería días después de indagar que a personas fallecidas con COVID-19 en Italia “les habían encontrado trombos en todo el cuerpo”.

“Entonces entendí gracias a eso que yo si tuve el COVID, y dije: lo que está molestando mis pulmones son pequeños trombos, como residuos que quedaron… ¿Qué ayuda a disolverlos? Pues aspirinetas, lo que más conocemos, que es un fármaco, pero también el jengibre y el ajo, que sirven como purificador” (sic), detalla.

Dependiendo de la gravedad de los síntomas, varían las plantas usadas y la frecuencia y cantidad de vaporizaciones y el uso de otros medicamentos, como el naproxeno.

Por ejemplo, con los casos menos graves, sería necesario solo con naproxeno, un baño de vaporización y tomar mucho té. Para otros un poco más difíciles, la recomendación es un té de yerbaluisa y tres aspirinetas. Pero para los pacientes más complejos, se empieza con “tres vaporizaciones, tres aspirinetas por tres días, y luego una aspirineta por 14 días, que es mas o menos el periodo que dura el virus en el cuerpo”, indica.

Finalmente, indica que aunque el Amazonas tiene muchas plantas endémicas, en todos los países existen plantas que tienen funciones antibióticas y anti-inflamatorias. ”Entonces, recomiendo una planta amarga, como el mucuracá, el diente de león, la ruda, que nos funciona como antibiótico y una anti-inflamatoria, como yerbaluisa, hojas de naranja, la malba, las hojas de algodón… hay una infinidad”.

“No podemos desconocer que nuestra hermana naturaleza y nuestra madre tierra nos ha puesto esta serie de plantas para el bienestar, el consumo y para que nuestra vida sea más sana en este mundo”, subraya. 

Peticiones urgentes para el Amazonas

Desde la llegada del primer caso de COVID-19 a la región el 26 de abril, Betty afirma que empezó a morir mucha gente. “Muchos hermanos indígenas murieron y empezó el terror por una enfermedad totalmente desconocida, todo el mundo tenía miedo el uno del otro”, relata.

Pero a pesar de asegurar que desde que “se empezó a tratar el virus con plantas medicinales ha disminuido la muerte” en las comunidades, hace dos peticiones urgentes para atenuar la crisis.

Por un lado, le solicita al Gobierno que intervenga los centros de salud del departamento, que “están en miseria: La corrupción tiene todo esto devastado y en la pandemia salieron a relucir estas grandes falencias que tiene la salud acá”.

También hace un llamado a que se consolide el sistema propio de salud de los pueblos indígenas. “Queremos más apoyo”, dice.

Por otra parte, invita a la gente a dejar de lado “la discriminación hacia el personal de salud y las personas que han salido positivas”.

Y por último, aunque polémico, le pide al Gobierno “hacer algunas autopsias a las víctimas de coronavirus para poder dar una respuesta más acertada, comprender (el virus) y salvar muchas vidas.

Por: Diego Carranza

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