GESTIÓN/Perú.- La decisión de refugiarse en la selva fue una respuesta extrema al avance del COVID-19 en el Territorio Indígena Vale do Javari, la región donde vive el mayor número de pueblos originarios no contactados del mundo.
El temor al coronavirus ha dejado prácticamente vacía la aldea indígena de Cruzeirinho. La mayoría de los habitantes de esta comunidad situada en el corazón de la Amazonía se ha adentrado en la selva en busca de un refugio ante el avance de la pandemia en esta recóndita región de Brasil.
Situada a los márgenes del río Javari, en la región fronteriza con Perú, la aldea está expuesta al flujo diario de personas que se desplazan por las aguas de este afluente del río Amazonas, por donde el coronavirus ha llegado hasta las comunidades más remotas.
Por ello, 27 de las 32 familias de la etnia Mayuruna que viven en la aldea Cruzeirinho optaron por dejarlo todo atrás y aislarse de manera voluntaria para protegerse del coronavirus.
«Ellos quieren cuidarse, protegerse a sí mismos y a los niños de contraer el coronavirus. Es una región de frontera y mucha gente pasa por aquí todos los días, entonces el pueblo fue a la selva para protegerse», contó a Efe Bené Mayuruna, uno de los pocos indígenas que decidió permanecer en la aldea.
Los indígenas se han resguardado en una región de cultivo rodeada por la espesura del mayor bosque tropical del planeta, donde están «tranquilos».
«Están protegiéndose totalmente aislados en la selva, llevaron los niños y siguen allí sin hablar con nadie», completó Mayuruna.
Territorio de pueblos no contactados
La decisión de refugiarse en la selva fue una respuesta extrema al avance del COVID-19 en el Territorio Indígena Vale do Javari, la región donde vive el mayor número de pueblos originarios no contactados del mundo.
El Vale do Javari, situado en el oeste del norteño estado del Amazonas, es la segunda mayor área indígena de Brasil y hogar de unos 7,000 indígenas de siete etnias distintas, de las que cerca de 15 son tribus jamás contactadas.
Esta semana, el Ejército brasileño inició una misión sanitaria en esta zona de unos 85,500 kilómetros cuadrados para contener la propagación entre las comunidades del COVID-19, que ya ha infectado 6,351 indígenas y segado la vida de 301, según datos de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
El trabajo de las Fuerzas Armadas es complementado por los diversos Departamentos Sanitarios Especiales Indígenas (DSEI) que actúan en la región, especializados en la atención médica a los indígenas y, en tiempos de pandemia, también en realizar un trabajo preventivo para evitar la entrada de la enfermedad en las comunidades.
«Cuando surgió el coronavirus, empezamos a capacitar y orientar a nuestro equipo técnico que actúa en los polos base del Vale do Javari para que orienten a las comunidades indígenas sobre cómo impedir que ese virus entre en las aldeas», expresó a Efe Jorge Marubo, coordinador del DSEI del Vale do Javari.
Para el coordinador, existe una gran preocupación de que el coronavirus se disemine de forma desenfrenada entre la población indígena que vive en la zona, «una de las más vulnerables a los peligros del virus».
«Aquí tenemos indígenas de contacto reciente, tenemos indígenas que todavía viven de forma tradicional y donde no existe mucho ni la gripe común», recalcó.
Sin embargo, Marubo apuntó que, «desafortunadamente, el virus ya alcanzó algunas de las aldeas» más susceptibles de la región, como es el caso de la aldea Sao Luis, situada en el corazón del Vale do Javari.
«Estamos consiguiendo controlar el virus», pero «hemos intensificado el trabajo de sensibilizar y orientar a los indígenas para que sigan atentos y no permitan la entrada de personas desconocidas en sus territorios ni la salida o entrada de los propios indígenas para que no transmitan el coronavirus», sostuvo.
Para el coordinador del DSEI del Alto Río do Solimoes, Weydson Gossel Pereira, uno de los mayores desafíos en el combate del patógeno entre la población indígena es el rechazo de muchos a ser trasladados a un hospital.
«Muchos indígenas han rechazado el traslado a un hospital porque en el hospital, cuando fallecen, no son enterrados en la aldea, con toda la ceremonia de funeral y entierro. Eso ha impedido la adhesión para que acepten ir a hospitales», señaló Pereira.
Por eso, los polos especializados en la atención a la salud de los indios han tenido que «adaptarse» rápidamente, aunque todavía tropiezan con la falta de algunos equipamientos esenciales de salud, como respiradores o cilindros de oxígeno.
«Necesitamos especialmente soporte de oxígeno. Antes teníamos solamente inhaladores, pero con el COVID-19, con la dificultad y complicación de los casos de deficiencia respiratoria, decidimos adaptarnos», contó.
Completó que, para suplir dicha demanda, ya fueron adquiridos 60 cilindros de oxígeno que serán distribuidos por los 13 polos de atención a los indígenas en el Vale do Javari y deberán ser entregados en los próximos días.
“Solo en nuestra unidad tendremos 4 cilindros y dos salas especiales para recibir ese paciente con deficiencia respiratoria, estabilizar y decidir si trasladamos a algún hospital o no”, remarcó Pereira.
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