CONFIDENCIAL/Nicaragua.- Aunque las noticias sobre la zona son escasas, los pueblos indígenas en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN) son golpeados fuertemente por la covid-19 y su situación, según denuncian líderes territoriales, es aún mucho más precaria que en otras partes de Nicaragua.
Los datos más recientes del Observatorio Ciudadano COVID-19, indican que desde el 18 de marzo al 24 de junio se han reportado 124 casos sospechosos de coronavirus en el Caribe Norte de Nicaragua, incluyendo 66 pacientes fallecidos, es decir, que más de la mitad de los contagios han sido fatales.
En esta zona de 32 159 kilómetros cuadrados, que corresponden al 25% del territorio nacional, habita una población multiétnica de 250 000 personas, distribuida en ocho municipios, que incluye a los más pobres del país.
Los datos del Observatorio sobre la pandemia en esta región, muestran que los contagios y muertes están incrementando a paso acelerado. Hasta el pasado 17 de junio se reportaban un total de 87 casos sospechosos y 41 fallecidos. Es decir que, en siete días, los contagios aumentaron un 42% (pasando de 87 a 124) y las muertes incrementaron un 60% (pasando de 41 a 66).
Pobreza y desamparo absoluto
“Aquí la situación es de crisis sanitaria, no tenemos apoyo de ningún organismo ni del Gobierno”, denuncia Nancy Elizabeth Henríquez, líder indígena de la etnia miskita, que es mayoría en esta región.
Según el Observatorio, en el Caribe Norte los datos se comenzaron a duplicar en junio, y Henríquez cree que el avance de la pandemia incluso podría ser mayor: solamente el 25 de junio hubo nueve muertos, y nada más en las primeras horas de la mañana siguiente ya habían muerto otras dos, detalla la también diputada suplente del partido indígena Yatama, que antes fue el principal aliado del Frente Sandinista en la región, y hoy es parte de la opositora Coalición Nacional.
La líder miskita denuncia que las condiciones son tan precarias que, para poder entregar mascarillas o alcohol en los barrios más pobres de Bilwi, deben hacer recolectas entre la misma población.
La falta de tanques de oxígeno para pacientes en estado delicado, es otro problema significativo, afirma. Henríquez se queja de que por semana llega un “camioncito” para reabastecer de oxígeno, pero la demanda es tan grande que al cabo de un par de horas se acaba y no todos pueden comprar.
Bilwi, la ciudad cabecera del Caribe Norte, está ubicada a más de 500 kilómetros de la capital, distancia que en un vehículo particular se recorre en casi doce horas, y en transporte público toma hasta día y medio o dos en época de invierno, como la actual, porque gran parte del recorrido es sobre trocha en la que las lluvias provocan pegaderos que impiden el tránsito regular.
La distancia también es complicada entre las comunidades, varias de las cuales solo tienen acceso por la vía acuática.
En el municipio de Prinzapolka, de mayoría miskita, ubicado a 630 kilómetros de Managua, la mayoría de la población se dedica a labores agrícolas y el comercio de su cosecha. En Waspán, fronterizo con Honduras y a 136 kilómetros de Bilwi, nueve de cada diez habitantes vive por debajo del nivel de pobreza, y un 80% de sus 48 000 pobladores vive en pobreza extrema.
En estas condiciones precarias, afirma Henríquez, los contagios continúan ascendiendo, ya que muchas personas, no pueden optar por la cuarentena y deben mantenerse trabajando. O bien no tienen condiciones para trasladarse al hospital regional de Bilwi, que afirma se encuentra saturado, o no tienen cómo costear los medicamentos y otros gastos del tratamiento.
Comunitarios no toman medidas
Juan Carlos Ocampo, un activista comunitario de Bilwi, lamenta, por su parte, que muchas personas parecen no comprender la gravedad de la enfermedad y, como consecuencia, muchos hasta han abierto los ataúdes de sus familiares para realizar las tradicionales velas en sus domicilios.
“La situación es de caos, porque no hay información oficial y el embate de la pandemia es alto. Muchísima gente está muriendo, gente con trayectoria profesional, personalidades y esto tiene en vilo a las personas”, afirma.
El activista además reporta que hay gente que está muriendo en el hospital, pero como no se brindan datos oficiales es imposible saber el número real de fallecidos. Además, asegura que tampoco se están realizando pruebas de covid-19, por lo que no se conoce a ciencia cierta el impacto de la enfermedad, salvo por lo que se ve en las calles.
Ocampo explica que la situación en la ciudad es muy diferente a la que se vive en las comunidades campesinas e indígenas: en la ciudad, la falta de trabajo y la “vida normal” son evidentes, mientras que en el campo se sostienen de tubérculos. Otros también se dedican a la pesca artesanal.
En las comunidades indígenas hay restricciones de viajes a la ciudad y otras personas temen ir a la cabecera departamental, porque podrían contagiarse de covid-19 y luego tendrían que emprender un viaje por varias horas para llegar al Hospital Nuevo Amanecer, donde según fuentes locales solamente hay dos ventiladores disponibles.
A finales de 2019, el régimen de Daniel Ortega anunció la construcción del nuevo hospital de la ciudad caribeña, con una inversión de 82 millones de dólares, que se cubrirían con fondos propios y del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Sería el tercer hospital más grande de Nicaragua, según la propaganda oficialista. Sin embargo, desde su regreso al poder, en 2007, el Gobierno de Ortega también ha prometido mejores caminos y la construcción de un nuevo muelle local, que reemplace el viejo muelle que solamente ha recibido reparaciones y reforzamientos.
Ocampo advierte que, si hay demasiados contagios en las comunidades, la situación sería crítica, considerando que entre la población indígena no hay mucha información sobre prevención, uso de mascarillas, lavado de manos e incluso de distanciamiento social. Aunque algunas comunidades han decretado autocuarentena, la falta de servicios básicos complica sus condiciones.
“En las comunidades, si alguien muere de covid, nadie lo sabe. Lo velan y lo entierran después de 24 horas”, describe Ocampo.
Medios locales reportan apoyo, pero no mencionan pandemia
Henríquez afirma que, a pesar que el Gobierno anuncia la entrega de paquetes alimenticios, la realidad es que no se ve dónde se hacen esas entregas.
Radio Estéreo Bilwi, un medio oficialista en el Caribe Norte, publicó el 26 de junio ocho fotografías sobre la entrega de alimentos en la comunidad de Lamlaya. También, el mismo medio reportó actividades masivas de buzos, que “oraban”, para dar la “bendición”, al inicio de la temporada de pesca. En las fotos se podía ver a algunos de los asistentes usando mascarillas, sin embargo, la publicación de la radio no hace ninguna mención a la pandemia. De hecho, en ninguna de sus publicaciones recientes hay información alguna sobre esta.
No obstante, el incremento de un 42% de contagios y 60% de muertes en siete días debería alertar a la población sobre la necesidad de medidas preventivas, y urge, según reclaman los líderes territoriales, la atención a una zona históricamente abandonada.
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