OI/Nicaragua.- Hoy el Oakland Institute publica Nicaragua: Una revolución fallida: La lucha indígena por el saneamiento”, una traducción al español del informe Nicaragua’s Failed Revolution, cuyo lanzamiento en abril de 2020 generó atención mundial frente al tema.
El informe detalla la violencia incesante que enfrentan las comunidades indígenas en las Regiones Autónomas de la Costa Caribe, como lo demuestran los recientes ataques contra las comunidades Mayangna de Alal y Wasakin y la comunidad Miskitu de Santa Clara, y proporciona información detallada sobre los actores involucrados: empresas mineras de oro extranjeras, actores nacionales e internacionales en la industria maderera y ganadera, así como destacados funcionarios nicaragüenses.
Nicaragua: Una revolución fallida: La lucha indígena por el saneamiento se publica en un creciente clima de miedo y represión en las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua. Mientras la atención internacional se dirige a las amenazas a los pueblos y bosques de la Amazonía brasileña, el llamado “gobierno socialista” de Ortega no sólo ha fallado en cumplir la protección legal de las tierras indígenas, sino que en realidad desempeña un papel activo en la colonización y explotación por parte de las empresas transnacionales. Los documentos oficiales del gobierno, obtenidos por el Instituto, revelan una oferta a potenciales inversionistas de más de 7.1 millones de hectáreas de tierra para concesiones mineras (60 por ciento del país) y más de 3.5 millones de hectáreas para proyectos forestales (30 por ciento del país).
«El presidente Ortega calificó la pandemia como una señal de Dios y dijo que las ‘fuerzas transnacionales que sólo quieren tomar el control del planeta, eso es un pecado’, pero su propio gobierno ha hecho tratos con las compañías mineras canadienses, británicas, australianas y colombianas que están explotando la riqueza mineral del país a expensas de los medios de vida indígenas», dijo Anuradha Mittal, autora del informe y Directora Ejecutiva del Oakland Institute.
En los últimos tres años, la cantidad de tierra bajo concesiones mineras se ha más que duplicado, alcanzando 2.6 millones de hectáreas, o sea el 20 por ciento del país. Del mismo modo, los bosques primarios de Nicaragua, la mayoría de los cuales se encuentran a lo largo de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe y son esenciales para los medios de vida de los pueblos indígenas, están bajo una intensa presión por parte de las corporaciones y colonos para la ganadería y las operaciones de madera. La cobertura forestal en Nicaragua ha disminuido del 76 por ciento en 1969 al 25 por ciento en la actualidad. El informe detalla los vínculos personales del presidente Ortega y su familia con el negocio forestal y maderero a través de la empresa Alba Forestal.
Sobre la base de una extensa investigación de campo, Nicaragua: Una revolución fallida, proporciona testimonios de primera mano de miembros de comunidades que han sido objeto de violencia intensa, incluyendo asesinatos, secuestros, quema de viviendas y otras intimidaciones vinculadas a invasiones de tierras. El informe revela la complicidad entre los funcionarios del gobierno de Nicaragua y las empresas extranjeras a medida que expropian a las comunidades indígenas, llevándolas al hambre y a la enfermedad y creando un asfixiante mapa de confinamiento.
Al examinar cómo los esquemas de ‘desarrollo’ pasados, el reasentamiento de excombatientes y las políticas favorables a las empresas avanzadas por los sucesivos gobiernos han explotado las tierras de la Costa Caribe, el informe proporciona un análisis en profundidad y un contexto histórico de la situación actual. También detalla cómo los pueblos indígenas han recurrido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos debido a la larga negación de las protecciones jurídicas que les otorga la ley y cómo las resoluciones vinculantes de este Tribunal han sido ignoradas en gran medida hasta la fecha.
“Nicaragua es vista como ejemplar en la concesión de derechos a la tierra a las comunidades indígenas a través de protecciones legales, como la Ley 28 (Estatuto de Autonomía) y la Ley 445”, dijo Mittal. “El gobierno no ha hecho cumplir estas leyes, y en su lugar se hace cómplice con los intereses empresariales y desempeña un papel activo en la colonización por intrusos de las tierras protegidas”, continuó.
Nicaragua: Una revolución fallida también expone cómo los funcionarios gubernamentales son cómplices de las invasiones a través de la participación directa en la venta ilegal de tierras y la formación de órganos de gobierno paralelos para eludir la autonomía indígena.
“Mientras que la represión generalizada de los derechos humanos en Nicaragua ha llamado la atención internacional en los últimos años, la violencia que enfrentan los pueblos indígenas y la impunidad otorgada a los colonos por la policía nacional y el gobierno han sido ignorada en gran medida, hasta ahora”, dijo Anuradha Mittal.
Nicaragua: Una revolución fallida rompe este silencio y llama la atención sobre la lucha continua de los pueblos indígenas por el saneamiento, el paso final de la Ley 445 que requiere el desalojo de los colonos que se han establecido en los territorios indígenas, así como de las corporaciones, que utilizan y se benefician de los territorios sin título legal o un contrato de arrendamiento con las comunidades. “El Oakland Institute se solidariza con los pueblos indígenas de Nicaragua y publica esta versión en español del informe, para apoyar su lucha por la justicia y llevar al conocimiento e interés público las injusticias que enfrentan”, concluyó Mittal.
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