ELTIEMPO/Colombia.- Los pueblos indígenas de Córdoba, representados en las etnias Zenú y Embera Katío, han perdido a 187 miembros de sus comunidades víctimas del covid -19; y 854 más luchan contra la enfermedad.
Las cifras están contenidas en el reporte del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigilia) adscrito al Instituto Nacional de Salud, a corte del 15 de agosto que corresponde a la semana 33 de la emergencia.
El porcentaje de afectación es de 604,06 por 100 mil habitantes para el caso de los zenúes y 380,50 para los Embera.
Muchos de los fallecidos no recibieron atención médica y enfrentaron el virus con medicinas ancestrales. La mayoría de las víctimas fatales residían en veredas y zonas muy apartadas donde poco llega la ayuda alimentaria y atención médica que ofrece el gobierno.
A través de la Dirección Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres han sido entregados 2.978 paquetes alimentarios, especialmente en los resguardos de la etnia Zenú. También se han implementado estrategias de detección de contagios y aislamiento por parte de las EPS encargadas.
La red de salud pública ha atendido y trasladado pacientes detectados con la enfermedad, que permanecían en sus casas conviviendo con el resto de familiares, a quienes también se les ha hecho el cerco epidemiológico, de acuerdo con el reporte de la Secretaría de Salud Departamental.Aseguran que la cifra es superior
Para el cacique mayor del resguardo, Eder Espitia, la cifra de muertos y contagiados reales es superior a las que contabilizan las autoridades de salud. Según el líder indígena, tan solo en Tuchín, cuna natural de la etnia, se han presentado más de 100 muertes y en San Andrés de Sotavento, pueblo vecino y también habitado por los indígenas se contabilizan 80 fallecidos.
Otras comunidades Zenú están ubicadas en distintas regiones de Córdoba y Sucre, las cuales también han tenido pérdidas humanas por cuenta del coronavirus.
La causa de estas muertes sin contabilizar, según la teoría de Espitia, es que muchas familias temen llevar a sus parientes a las clínicas donde serían tratados con medicinas occidentales, ante lo cual prefieren realizar procedimientos caseros con plantas medicinales, según sus creencias.
Otra de las razones para no acudir a los centros hospitalarios es el riesgo de que los cuerpos sean incinerados alejando la posibilidad de darles el último adiós, lo cual constituye un punto importante en los ritos de despedida de los muertos.
En cuanto al papel de las EPS en el control de la propagación y atención de pacientes, señala Espitia que las entidades encargadas no han realizado las tomas de manera oportuna y los resultados de las pruebas practicadas han llegado de manera tardía, lo que imposibilita tomar las medidas de prevención a tiempo.
Criticó también la poca ayuda recibida por parte de las familias de los pueblos indígenas de su región, por cuanto considera que los mercados entregados no son suficientes para enfrentar la emergencia en medio del confinamiento.
Alberto Villadiego Aguilar, consejero de salud propia e intercultural, y quien forma parte de la mesa departamental de salud de los pueblos indígenas, pidió la reactivación del comité de seguimiento a las etnias, con el propósito de diseñar un plan de choque estructural que permita articular acción de atención, prevención y entrega de ayudas.
Asegura que son muchas las familias las que no han recibido paquetes alimentarios y que han tenido que salir en busca de sustento, exponiéndose a los riesgos de contagio y propagación.Sus propias medidas
Desde el inicio de la emergencia sanitaria y que motivó el confinamiento de las familias en sus casas, las autoridades indígenas en Córdoba han utilizado métodos ancestrales como la imposición del cepo a los infractores de las leyes.
Muchos de quienes transitan en días no autorizados en los cascos urbanos como Tuchín, San Andrés de Sotavento y Chinú han sido detenidos por la guardia indígena y sometidos al castigo de inmovilizarlos con el rudimentario castigo.
Durante varias horas los infractores permanecen sentados e inmóviles en las plazas principales de sus pueblos, donde reciben información y capacitación sobre el riesgo de contagio del coronavirus.
Sin embargo, las mismas autoridades reconocen la necesidad que tienen muchos de sus habitantes de salir a buscar el sustento de sus familias.
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