ELECONOMISTA/México.– La manera en la que las comunidades rurales e indígenas de México y América Latina reorganizan su vida comunitaria en un contexto denominado como ‘nueva normalidad’ requiere asimilarse como un escenario de distintas realidades y, por eso, de distintas normalidades. La normalidad que transiten las ciudades será probablemente muy distinta a la que enfrenten las comunidades campesinas y de las zonas indígenas, sus tradiciones, saberes transgeneracionales y vida espiritual coartados por la emergencia sanitaria.
Sobre esto se habló durante el conversatorio “Ritualidad y saberes tradicionales: desafíos ante el Covid-19”, que forma parte del ciclo de charlas El patrimonio cultural inmaterial: fuente de resiliencia y desarrollo local ante el Covid-19, que dio inicio este martes de manera virtual y fue organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Dirección de Patrimonio Mundial, y la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, de la Secretaría de Cultura.
En esta sesión tomaron parte Gillian Newell, antropóloga holandesa, investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y docente en Chiapas; Moreida Sánchez Rico, bailarina profesional, danzante tradicional purépecha y descendiente de médicos tradicionales; Florencia Boasso, antropóloga argentina dedicada a la atención de los pueblos indígenas y a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial; Marcela Zalazar, danzante tradicional de la comunidad de San Rosa de Tastil, en Argentina; Edaly Quiroz, sudirectora de Patrimonio Inmaterial del INAH, como presentadora; y Enrique Pérez López, escritor, investigador y traductor tzotzil, como moderador.
Las experiencias de cómo ha modificado la pandemia los hábitos en torno a los saberes ha sido distinta según el caso. Mientras la promotora Moreida Sánchez Rico compartió que la suspensión de ritos y fiestas patronales en la región purépecha, en Michoacán, propició en sus comunidades la reflexión sobre las actividades cercanas a los rituales estaban más relacionadas con valores de tradiciones ajenas que han modificado los modos ancestrales, en la comunidad de Marcela Zalazar, ubicada al norte argentino y herencia de un pequeño pueblo preincaico, impera la incertidumbre sobre si habrá agua para las siembras de este año, puesto que, por la pandemia, su comunidad no pudo llevar a cabo la tradicional danza del suri para pedir por la fertilidad de la tierra y las lluvias. La emergencia ha transgredido el hábito ritual y el pensamiento espiritual de su comunidad.
Inclusión de las comunidades en las decisiones de gobierno
Florencia Boasso propuso que uno los desafíos que se deben superar en la región para asegurar la continuidad del patrimonio cultural inmaterial en la llamada ‘nueva normalidad’ a nivel comunitario es la incorporación de los grupos indígenas y rurales en las distintas decisiones de la vida pública, atender las maneras en las que propone para la solución de temas. Por ejemplo, precisó, se requiere el reconocimiento a los pueblos indígenas de los derechos territoriales y que tengan acceso a los recursos de la naturaleza.
“Hay una hegemonía muy marcada del discurso científico y, sobre todo, del discurso médico, y todos los demás saberes, las distintas maneras de proponer alternativas, están en segundo plano. Ese es un desafío muy importante que tenemos por delante. El otro es preguntarnos si la gente realmente quiere esta pretendida ‘nueva normalidad’ (…) y algo más, de nuevo preguntarnos cómo vamos a superar las desigualdades, porque aquí las personas que más posibilidades tienen de morir son aquellas que están en desigualdad”, añadió.
La doctora Newell refirió que ha habido acciones de adaptación entre los artesanos mexicanos. Como ejemplo, dijo, la decoración en los tapabocas, cada pieza según las características tradicionales del artesano, es un elemento de resistencia, puesto que para algunos vendedores ha generado ganancias en un momento en el que las ventas habían llegado al mínimo. Explicó que si bien los tapabocas podrían no perdurar como un nuevo elemento de manufactura artesanal, quedarán como memoria de un instante del patrimonio cultural intangible. Argumentó que el patrimonio es indestructible mientras existan ejecutantes.
En contraparte, Boasso explicó que en Argentina, cuya historia de los pueblos indígenas ha sido de permanente negación y persecución, “el patrimonio no es indestructible, porque lo crean y lo recrean las personas y si esas personas ven permanentemente vulneradas sus condiciones de existencia, lo hace más complejo. Eso no quiere decir que no tengan una enorme capacidad de reinvención, de resistencia y demás, pero hay condiciones objetivas no solo de desigualdad sino de precariedad en las condiciones de vida. Y eso afecta de manera directa al patrimonio, porque el patrimonio forma parte de la vida finalmente, es simplemente una abstracción que nosotros hacemos, pero en la práctica es otra cosa”.
El ciclo continuará este jueves a través del canal de YouTube INAH TV.
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