NÓMADA/Guatemala.- En la escuela, cuando era niña, María Esperanza Alicia Tuctuc Mux tenía prohibido hablar en kaqchikel, su idioma materno. Ella y sus compañeras solo podían usar el castellano o serían castigadas por la maestra. Hace 40 años muchos creían que hablar en un idioma maya era una señal de ‘atraso’. Hoy es la primera mujer presidenta de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala y tiene la misión de promover el conocimiento y la difusión de 22 idiomas mayas en todo el país.
María Esperanza Alicia Tuctuc Mux, primera mujer presidenta de la Academia de Lenguas Mayas. Fotos: Carlos Sebastián
La aldea Cojol Juyú le hace honor a su nombre. Es una pequeña comunidad kaqchikel asentada entre dos cerros, a unos dos kilómetros de San Juan Comalapa, en el departamento de Chimaltenango. Ahí nació y creció Alicia Tuctuc, en una familia pobre y con un acceso muy limitado a la educación.
Su madre no asistió ni un solo día a la escuela. Su padre solo fue el primer año y Alicia tuvo que insistir para que la dejaran estudiar, aunque todos los días tuviera que caminar durante media hora para llegar a la escuela. Lo consiguió gracias a la ayuda económica que le brindó un tío.
La escuela era su única opción de superación. Y también fue ahí donde empezó a ser discriminada por hablar en su idioma materno. La maestra, que no era de la localidad, había sentenciado que todas las niñas debían hablar solo en español o serían castigadas.
— En el transcurso de la primaria, durante los recreos, y a veces en las clases, hablábamos en kaqchikel, pero en voz baja, para no hacer enojar a la maestra y que no nos regañara. Desde ahí se nos inculca el desprecio hacia nuestra identidad.
Eran tiempos difíciles. En medio del conflicto armado interno, al inicio de la década de los 80, las niñas y adolescentes eran consideradas un botín de guerra. En la comunidad se hablaba de varios casos de violaciones por parte de militares, que habían instalado destacamentos en el departamento. Así que los padres no querían que sus hijas salieran de casa.
Para poder terminar la secundaria y estudiar contabilidad, Alicia tuvo que dejar su aldea y mudarse a la Ciudad de Guatemala. Pensaba que estando lejos del Ejército estaría a salvo. Y por eso solo volvió a su pueblo cuando ya era mayor y la Universidad de San Carlos abrió una sede en Chimaltenango, donde podía estudiar una carrera.
Los episodios de discriminación a lo largo de su vida fueron duros, pero hicieron que Alicia Tuctuc apreciara más su idioma y su cultura. Ahora es una defensora, no solo del kaqchikel, sino de los 22 idiomas mayas -cada uno está representado en una comunidad lingüística-. Y, paradójicamente, trabaja en un edificio del Ministerio de la Defensa, concedido en usufructo a la Academia de Lenguas Mayas.
¿Cómo llegó a la Academia de Lenguas Mayas?
Tuve que trabajar y esforzarme durante mucho tiempo. Yo me inscribí como miembro de la comunidad lingüística de kaqchikel. Luego fui secretaria-contadora alrededor de 7 años. Después me integré a la junta directiva y al Consejo Superior, donde participan los 22 presidentes de las comunidades lingüísticas. Luego opté a un puesto técnico, como coordinadora de un programa.
Además, trabajé para el Consejo de Educación Maya, la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala y en un programa de dignificación para las víctimas del conflicto armado interno, quienes sufrieron tortura, violaciones y desapariciones.
¿Por qué la discriminación y el machismo son obstáculos para las mujeres indígenas que buscan a hacer una carrera profesional?
A los pueblos indígenas, pero en especial a las mujeres y niñas, se nos ha dicho que no podemos cumplir nuestros objetivos. Yo creo y estoy segura de que tenemos la capacidad de hacerlo, pero faltan oportunidades. Por eso es importante invertir en educación y combatir el machismo.
¿Por qué hasta ahora la Academia tiene una presidenta mujer?
El machismo se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad. Comenzando en nuestras propias casas, donde uno mira esa situación en mala distribución de las tareas; también se nota cuando a los niños se les da prioridad sobre los niños en la educación, y eso genera que después haya menos oportunidades laborales y académicas para las mujeres.
En el Consejo Superior debe haber un representante por cada uno de los 22 idiomas mayas que se hablan en Guatemala. Ahora, de esos 22, solo 4 somos mujeres. Desde ahí ya está claro que las mujeres tenemos menos oportunidades.
Me gustaría pensar que más mujeres ocuparán cargos en el Consejo y podrán asumir puestos de decisión en el futuro.
Llegar al puesto es difícil pero la desigualdad de género también se sufre durante la gestión.
Así es. Una mujer tiene que jugar con los tiempos. Yo salgo de acá (de la oficina) a las 6 o 7 de la noche y llego a mi casa a las 9 o 10. Al llegar tengo que atender asuntos del hogar. Me levanto a las 3 o 4 de la mañana, para atender a mi familia y salir a la oficina. Hasta cierto punto es agotador.
El sábado me tengo que dedicar a limpiar mi casa y los domingos son para mi familia, y atender a mis suegros y mis papás.
Guatemala es un país racista. ¿Cómo afecta a la preservación y difusión de los idiomas mayas?
Un ejemplo es el idioma Itza’, que está en riesgo de desaparecer. La mayoría de los hablantes son ancianos y eso es porque los jóvenes no lo quieren aprender y prefieren el castellano.
Este fenómeno tiene una explicación que está en la discriminación y el racismo.
A las personas que hablan idiomas mayas se nos excluye, humilla y denigra. Por eso los jóvenes ya no hablan su idioma materno y también dejan su indumentaria. En cambio, si hablan castellano ya no sufren tanta discriminación.
Estamos trabajando para cambiar eso. Por ejemplo, en esa comunidad (Itza’) estamos tratando de hacer actividades entre ancianos y jóvenes para que aprendan el idioma.
Es preocupante que se muera un idioma, pues al mismo tiempo se pierden conocimientos milenarios valiosos para la sociedad. Hay que entender que el idioma es un legado de nuestras abuelas y abuelos, que nos transmiten su experiencias, sabiduría e historia.
Según el censo del 2018, en Guatemala hay 6.2 millones de personas que hablan idiomas mayas. Pero menos de 3 mil hablan Itza’ y la mayoría se encuentra en el departamento de Petén.
La pandemia del Covid19 está poniendo a prueba los sistemas de comunicación en materia de prevención y acceso a los servicios de salud pública. ¿Qué hace la Academia en este sentido?
Por ley, tenemos que brindar servicios para el uso, desarrollo y difusión de los idiomas mayas. Además, el Ejecutivo nos pide traducir la información oficial relacionada con el Covid19 para que esté al alcance de todos.
Es una gran oportunidad y un gran reto porque estamos haciendo traducciones en 22 idiomas; cada comunidad lingüística tiene un técnico traductor y comunicador. Los medios de comunicación locales y algunas empresas cableras también participan en las iniciativas para que los mensajes lleguen a todas las comunidades lingüísticas.
Si solo se transmiten los mensajes en castellano, como solía ocurrir antes y todavía pasa ahora en algunos casos, los pueblos mayas terminan aislados del desarrollo, de los servicios públicos y del ejercicio de sus derechos. Cuando la comunicación llega en el idioma materno se abren oportunidades para el bienestar colectivo y la democracia.
En el caso de esta pandemia, tener la información adecuada y oportuna puede ayudar a salvar vidas. Y es por eso que la Academia está tratando de llevar esa información vital a todas y todos.
Además de la traducción de los mensajes, ¿se toma en cuenta la interculturalidad?
Las traducciones no son literales. Si así fuese, no se comprenderían los mensajes.
El equipo de la Academia también juega un papel de interpretación y adaptación de los mensajes, según la cosmovisión y la cultura de cada uno de los pueblos que viven en Guatemala. Se trata de hacer un trabajo respetuoso de las personas y las comunidades lingüísticas.
¿Cree que el Covid-19 está demostrando, una vez más, el problema de la exclusión a los pueblos indígenas?
Por supuesto. Todas las personas tienen derecho de recibir atención en su idioma materno. Ya sean los servicios vitales, como salud y educación, o los servicios de justicia, registrales, entre otros.
Lo que esta pandemia nos está exponiendo es que, si bien hay avances, también hay que invertir más en la Academia de Lenguas Mayas, para cumplir con lo que establece la Ley de Idiomas Nacionales.
Si las personas no tienen información, no pueden acceder a los derechos. Queremos sacar, poco a poco, a las comunidades mayas del aislamiento y en este caso, protegerlas del coronavirus. Pero cuando pase esta pandemia seguiremos con muchos retos por delante.
La Academia de Lenguas Mayas de Guatemala tiene un presupuesto de Q32 millones para el 2020. Para el próximo año se espera un recorte de al menos Q3 millones, lo que implicaría que se dejen de prestar servicios.
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