APORREA/Región.-. Los pueblos del mundo sufren una amenaza letal como consecuencia del sistema capitalista que rige en la comunidad internacional. La emergencia global producida por el COVID-19, ha puesto de manifiesto, aún más, las pretensiones imperiales en la ambición por el control de los recursos naturales, sin tener el más mínimo respeto por los derechos humanos.
Venezuela sufre las acciones desmedidas e inhumanas de la supremacía del imperio norteamericano que se traduce en dolor y sufrimiento de un pueblo que ha decidido ser libre, independiente y soberano. Pero la consciencia del pueblo venezolano ha crecido, honrando al pensamiento bolivariano y socialista, impulsado por la revolución del siglo XXI que propició Hugo Chávez, cargado de sueños libertarios.
Las grandes ciudades sirven de epicentro del poder y para la ubicación de las sedes institucionales del Estado, el cual es importante controlar. Sin embargo, el verdadero interés de las grandes potencias, está en los territorios del interior del país, donde se ubican los recursos naturales; los minerales que mueven al mundo, en el que destaca el petróleo, el oro, el gas y en los últimos tiempos, el agua dulce se ha convertido de gran relevancia para la humanidad. Aquí esta la verdadera amenaza, el ser bendecido por el creador y habitar en estos territorios ricos en toda su amplitud.
Los pueblos indígenas habitan en territorios que milenariamente han protegido y defendido del invasor, haciendo soberanía en las fronteras y en las grandes extensiones de territorio, de selvas, montañas y sabanas, invisibilizados por años, a través de la superestructura e instituciones del sistema capitalista. Todo estaba pensado para que la sociedad en general no se preocupara por hacerse de la identidad nacional sobre de lo que también es nuestro, de donde se desprende el dicho «… lo demás es monte y culebra».
En la actualidad como consecuencia del despertar del pueblo, no existe un centímetro del territorio venezolano que no nos duela porque así nos hemos hecho de lo nuestro para poder defender lo que nos corresponde, bien reza un dicho popular «no se defiende lo que no se conoce».
Es por ellos que los pueblos indígenas, desde nuestras trincheras de lucha, avanzamos en la consolidación del proyecto bolivariano y en medio de las dificultades, enviamos un mensaje al mundo; no habrá fuerza imperial que pueda callar la voz de la revolución porque es la voz del pueblo, Venezuela es la esperanza de la humanidad, vayamos todos unidos en defensa de la autodeterminación de los pueblos, del multilateralismo y al encuentro con nuestra madre tierra.
¡La historia la escribe el vencedor!
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