COVID-19 y Pueblos Indígenas

Colabora: Administrador

Publicado: 1 Oct, 2020

Escrito por Domingo Hernández Ixcoy

La situación social, cultural y económica de los pueblos indígenas de ascendencia maya durante cinco siglos vienen enfrentando el racismo y la explotación iniciada con la imposición colonial europea, acontecimiento que cortó el proceso que venían desarrollando los pueblos originarios con una cultura profundamente relacionada a los elementos vivos de la madre naturaleza: el agua, la tierra, el aíre y el fuego. A pesar de los trescientos años del colonialismo y doscientos años del estado republicano, los pueblos indígenas están en un proceso ascendente por la reconstitución de su identidad, su cultura, su historia, su territorio y cosmovisión lo que hemos llamado la reconstitución del ser Mayab’.

Esta sociedad maya tiene un legado para la humanidad, que nos invita a conocer la relación entre los seres humanos con la madre naturaleza, desde temprana edad se educa para proteger la salud de nuestro entorno como: cuidar los árboles, no contaminar los ríos, respetar el Loq’alaj Ixim (el sagrado maíz) ya que sin ellos no existiríamos. También a conocer la relación del lazo sagrado con el universo, los ciclos de la luna, los eclipses del sol, el rugido del aire, de los ríos, es decir todos los elementos grandes y pequeños ya que todos tienen una razón de ser y todos están interrelacionados, ordenados, organizados por lo que se debe educar a respetar esa organización cósmica, para entender esto es necesario conocer lo que está plasmado en nuestro Calendario Maya que tiene una cuenta vigesimal y cada uno de los veinte días tiene su Nawal, es decir la energía que gobierna cada día. Esa sabiduría de nuestras abuelas y abuelos nos ha servido para entender mejor nuestra misión y la razón de nuestras vidas.

El racismo que se practica en nuestro país, nos ha impedido socializar los conocimientos ancestrales ya que nuestra cultura y cosmovisión es vista como atraso o folklorismo y más aún cuando se le considera como prácticas mundanas,  brujerías y cuando exigimos que se respete nuestros derechos y nuestras particularidades, es segada a sangre y fuego, como sucedió a finales del siglo pasado cuando el Estado cometió el genocidio en contra de nuestros pueblos que aún seguimos enfrentado las secuelas, seguimos sin saber el paradero de familiares amigos, seguimos desarrollando exhumaciones en cementerios clandestinos y sobre todo seguimos sin el acceso a la justicia para que sean juzgados los autores intelectuales de dicho flagelo.

Con la firma de los acuerdos de Paz de 1996, si bien es cierto puso fin a un enfrentamiento entre los dos contendientes ejército y guerrilla, aunque en el fondo el que más sufrió fueron nuestras comunidades que fueron vistas como enemigos internos por parte del Estado, argumentos para llevar acabo las grandes masacres en los diferentes pueblos.

Con esta pequeña introducción, se pretende dar a conocer que la llegada de la pandemia en nuestro país nos encuentra como una sociedad debilitada económicamente, empobrecida por una clase dominante de origen colonial y con un Estado corrupto y cooptado por el crimen organizado y al servicio de la oligarquía y empresas transnacionales que desarrollan los mega proyectos, minerías, hidroeléctricas, monocultivos que le van quitando territorio para las siembra de nuestro sagrado maíz. Es pues, un Estado al que no le interesa el mejoramiento de la salud, la educación y la cultura de nuestros pueblos, por lo que esta situación se convierte en una amenaza frente la pandemia.

A manera de ejemplo: “En Guatemala el 49,8% de los niños sufre desnutrición crónica”, María Claudia Santizo, oficial de nutrición en Unicef Guatemala, 2020. Esta situación de la niñez  con la pandemia se va empeorando ya que no existe un plan para contener la hambruna, además con la pandemia cerca de un millón de personas se quedarán sin empleo formal que afectará a más de 4 millones de personas ya que cada trabajador tiene una familia, con esto aumentará la migración del campo a la ciudad y fuera de nuestras fronteras, en especial hacia Estados Unidos y es de prepararse en este momento ante todo tipo de enfermedades que están por venir lo que Naciones Unidas, ha llamado, pronósticos Bíblicos.

Inicio del confinamiento

En Guatemala a finales del año 2019, se viene escuchando a través de las noticias sobre el COVID-19 pero por la lejanía donde se estaba desarrollando no se le dio la importancia y mucho menos tomar acciones de prevención, la población estaba mas en la expectativa a la llegada  del nuevo gobierno el catorce de enero del 2020 y al inicio de este nuevo mandato, se vieron claras las intenciones represivas del gobierno imponiendo estados de sitios en diferentes regiones del país para dar la apariencia que trataría de contener la delincuencia y la violencia generalizada en el país.

El 16 de marzo 2020, en la noche se recibe la noticia del confinamiento obligatorio y con el agregado de toque de queda, la población en general y los pueblos indígenas en particular entramos en una situación a la que nunca habíamos experimentado en nuestra historia reciente. Es decir, las medidas en contra de la pandemia se sintieron de forma inmediata, el transporte público fue suspendido en todo el país, familias quedaron atrapadas sin la posibilidad de llegar a sus lugares de origen.

El día jueves 14 de mayo se dieron a conocer nuevas medidas brutales en horas de la noche, en pleno toque de queda por lo que no permitió́ que se reaccionara de forma inmediata. En el país los vendedores ya tenían preparada la venta para el día siguiente, pero se encontraron con los mercados cerrados, la producción de frutas y verduras de los pueblos indígenas y de los campesinos se echaron a perder porque no cuentan con una infraestructura refrigerante para mantener sus productos, lo que llevó a la quiebra económica al pequeño productor y al pequeño comerciante.   

En opinión de las y los afectados, se veía que, si se debe respetar las medidas necesarias para contrarrestar la pandemia, pero que se deben orientar y pensar acorde a las condiciones de los pueblos, para que el efecto de las medidas no sea otro problema más a enfrentar por la sociedad.

Con este actuar del gobierno dejó claro que cuenta con asesoría alejada del conocimiento de la vida de los pueblos, las medidas vinieron agudizar la pobreza extrema, los pequeños productores no contaron con apoyo para recuperarse fácilmente de las pérdidas de sus productos. Muchas familias trabajan con capital prestado en los bancos que se ha convertido en otro azote más, en la mayoría (pequeños productores) no serán incluidos en los apoyos que debe impulsar el gobierno, pero si serán tomados en cuenta para pagar los millonarios préstamos que ha realizado el Estado.

Cuando entró en vigor las medidas para contener la pandemia el pueblo se dio cuenta que estas tenían un contenido racista y clasista, ya que los pequeños comercios fueron cerrados y amenazados con multas o encarcelamiento quienes infringen las medidas, mientras tanto los vehículos que transportan y distribuyen bebidas y comidas chatarras circulaban con toda libertad a nivel nacional llevando productos dañinos para la salud y convirtiendo a estas grandes empresas en los principales beneficiarios de esta crisis.

A partir de esta situación, los pequeños productores de los pueblos indígenas se organizaron para tener igual trato y se respeten sus derechos, se articularon en tres regiones del país, el pueblo maya Kaqchikel en Sololá y el pueblo maya K’iche’ en cuatro caminos, San Francisco el Alto y en el municipio de Cunen, donde se prepararon para la movilización que tuvo impacto a nivel nacional logrando el objetivo a tener los mismos derechos a transportar sus productos a diferentes partes del país.

Esa movilización en los territorios dejó grandes lecciones, el valor de la unidad, las alianzas y la coordinación es una fuerza determinante para la consecución de los derechos de los pueblos originarios negada desde varias generaciones.

Al coronavirus hay que interpretarlo como una oportunidad para denunciar las injusticias, el racismo y la poca o nula atención del Estado a los derechos de los pueblos indígenas y la sociedad en general. Dejando claro que el Coronavirus no es lo que mata mas personas, la muerte es resultado de las grandes desigualdades sociales, la falta de poner como prioridad los derechos a la salud, la educación y el derecho a la soberanía alimentaria. 

Los pueblos indígenas en este momento crucial de la pandemia han demostrado una vez más, su capacidad de resiliencia y sus propias formas para enfrentar los grandes problemas comenzando con el fortalecimiento de la solidaridad entre pueblos y comunidades, recuperando formas ancestrales basadas en el trueque que es un modo de intercambio no mediado por el dinero, ni la acumulación de ganancias sino una forma humana de satisfacer las necesidades de las familias y comunidades.

Para enfrentar la amenaza de la pandemia se están fortaleciendo las estructuras organizativas comunitarias para jugar un papel en primera línea en las medidas sanitarias, desinfectando vehículos, zapatos de personas que transitan en las comunidades con ello evitando el contagio. Se orienta a las personas de las comunidades que retornan con sus familiares siguiendo las tres recomendaciones, lavarse las manos, usar mascarillas y guardar distancia como única medida que esta al alcance en este momento.

Otro componente propio de los pueblos indígenas para fortalecer su defensa frente a la pandemia, es la práctica ancestral de la cosmovisión basadas en ceremonias mayas para ir desarrollando y alcanzando el equilibrio energético y mental. Para nuestras abuelas y abuelos las grandes enfermedades hay que respetarlas, dialogar y negociar con ellas, por eso dicen LOQ’AJ YAB’IL, (sagrada enfermedad) por lo que nunca se le maldice, mas bien se respeta y se dialoga con ello.

Acciones para enfrentar el hambre y la pandemia

Partimos de la sabiduría de contacto con los elementos vivos de la Madre Tierra, que nos han trasladado de forma oral y práctica, nuestras abuelas y abuelos conocedores de plantas curativas que la Madre Tierra nos proporciona siempre, por eso se rememora y se aprende de la historia antigua, la historia cercana y la historia actual que es determinante para nuestra sobrevivencia.

El principio de solidaridad comunitaria que se viene implementando desde siempre y como pueblos originarios toma fuerza en los momentos difíciles que nos ha tocado vivir, la solidaridad nos permite enfrentar los problemas de forma colectiva y se comparte lo poco que se tiene y no lo que sobra, por eso el valor comunitario es de vital importancia siempre.

El principio del trabajo colectivo es ancestral ya que frente a las emergencias todas y todos tienen una función hombres, mujeres, niñas, niños la juventud y el papel de las y los ancianos que trasladan sus conocimientos.  En esta crisis de alimentos que está provocando la pandemia la juventud se organiza para organizar centros de acopio para juntar víveres y entregar a las familias mas necesitadas.

Se aplican medidas consensuadas en cabildos comunitarios promovido por las autoridades comunitarias a nadie se le veta su derecho de opinar, cuestionar que son los mecanismos para la práctica de la democracia comunitaria y para que todas y todos se apoderen de las medidas a implementar.

  1. Demandas inmediatas y propuestas ciudadanas.[1]

Los pueblos indígenas nos hemos articulado con diferentes sectores del país preocupados por los efectos que está y estará provocando la pandemia en la sociedad y en los pueblos indígenas en particular y nos referimos al hambre que tendrá efectos profundos en nuestras comunidades.

Es a partir de esta situación que estamos consensuando el plan Nacional de Contingencia contra el Hambre y la Pandemia, que se convertirá en varias acciones de corto y mediano plazo y sobre todo exigiendo la responsabilidad del Estado como garante de vida de las y los ciudadanos y que debe velar por el derecho a la salud.

Como también hacer que las comunidades y los movimientos sociales sean los actores en este plan de contingencia, los primeros en fiscalizar para que los programas gubernamentales no sean espacios de corrupción o de aprovechamiento de las bases de los partidos políticos.

A continuación, algunos puntos contenidos en el Plan de Contingencia frente al Hambre y la Pandemia.  

  1. El Estado debe cumplir con su obligación de proteger, respetar y facilitar el acceso de la población a una alimentación adecuada, sin transgénicos ni agrotóxicos, mediante políticas públicas, programas y proyectos, que contemplen la consulta y participación ciudadana, y propicien la recuperación y el fortalecimiento de prácticas y conocimientos agro-ambientales ancestrales y generar nuevos.
  2. Aumentar las asignaciones presupuestarias a los Ministerios que corresponda, para atender, mediante Planes Nacionales de Emergencia, los altos índices de hambre y desnutrición de las comunidades más vulnerables, incrementándolos progresivamente, según demanden los efectos negativos  de la pandemia, incluyendo inversión para reactivar y fortalecer el extensionismo agro-alimentario[2], orientado a la formación, capacitación y organización comunitaria para la producción y la comercialización de alimentos, garantizando el derecho humano al agua y al saneamiento.
  3. Fortalecer la economía familiar campesina e indígena, garantizando el acceso a tierra y a crédito en condiciones favorables, para la producción de alimentos, priorizando a las mujeres, que carecen de tierra y tienen la capacidad de trabajarla y aportar a la economía familiar y a la alimentación sana, propiciando que en las comunidades existan silos, huertos, reservorios de agua y bancos de semillas nativas para garantizar el acceso a la alimentación.
  • Establecer un programa permanente, con medidas emergentes, para recuperar la capacidad estatal de abastecimiento de alimentos, procurando que los apoyos alimentarios que se implementarán se sostengan con la producción local. Esto implica la activación de mecanismos para la producción, compra y distribución de alimentos, así como la conformación de “mercados sostenibles” que garanticen la disponibilidad de alimentos de bajo costo, especialmente para los trabajadores de la economía informal.
  • Promover que en la cadena para la alimentación escolar sea incluidos grupos de producción agroecológica, para favorecer la economía comunitaria y el consumo de alimentos sanos, inocuos y de mayor valor nutritivo.
  • Garantizar que los registros de familias vulnerables por desnutrición sean transparentes, motivando que las Comisiones de Seguridad Alimentaria a nivel comunitario y municipal participen activamente en su elaboración, para que intereses personales y partidarios no afecten la designación de los listados.
  • Generación de fuentes de empleo digno, que permitan a la población urbana alimentarse por medio de la compra de alimentos.
  • Monitoreo y control sobre los precios de los productos de la Canasta Básica, en el área urbana y rural, garantizando las líneas de suministro, y evitando el acaparamiento y la especulación.

Los ocho puntos descritos consideramos que pueden ser asumidos por las comunidades y el movimiento social frente a esta emergencia.

Domingo Hernández Ixcoy

Maya K’iche

Asociación Maya Uk’ux B’e.

Job’ Tz’ikin (25 de septiembre 2020)


[1] Construcción a partir de propuesta de organizaciones sociales en Guatemala.

[2] En coordinación con organizaciones que fomenten la Agricultura Familiar Campesina e Indígena.

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1 Comentario

  1. Oscar Humberto Chub Cao

    Excelente análisis coyuntural estimado, pero sobre todo se logra comprender el problema estructural de nuestro país, manipulado por los grandes monopolios que imperan para generar riqueza. Felicitaciones por el aporte.

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